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La Guerra Civil española (1936–1939)

Ningún acontecimiento marcó la historia de España tanto como los tres años de guerra civil. Aún hoy se pueden percibir los efectos tardíos de este conflicto, que dividió a la sociedad en dos bandos –nacional y republicano, y más tarde vencedores y vencidos.

"¡Españoles! [...] ¡La nación os llama a su defensa." Con estas palabras, el general Francisco Franco Bahamonde convocó un golpe de estado contra la República española el 18 de julio de 1936. Franco, militar condecorado e influyente, que se hizo famoso en la guerra hispano-marroquí (1921–1926), fue uno de los últimos en sumarse al golpe contra el gobierno electo democráticamente. España ya había estado brevemente bajo el gobierno de un dictador militar, el general Primo de Rivera, diez años antes. Tras el derrocamiento de Primo en 1931, el rey español Alfonso XIII también se vio obligado a huir, ya que le había apoyado políticamente. En la Segunda República, proclamada el 14 de abril de 1931, las fuerzas socialistas y reformistas tomaron rápidamente el poder, esforzándose por superar el retraso de España respecto a la Europa Central moderna. Los cuatro proyectos centrales de los gobiernos republicanos – reforma agraria, separación de estado e iglesia, reducción de los cuerpos de oficiales, autonomía para Cataluña y el País Vasco – provocaron el desprecio de las élites tradicionales.

En este clima de polarización social, el ejército volvió a tomar el poder. Lo que se planeó como un golpe rápido se convirtió en una larga y agotadora guerra civil en la cual España se desangró literalmente. Mientras que las ciudades centrales y los centros industriales como Madrid, Barcelona y Bilbao, así como amplias zonas del sur y del este, permanecieron inicialmente bajo el control de la República, los golpistas ganaron en Galicia, el norte de Castilla, las Islas Baleares y Canarias. Unidades irregulares de socialistas, comunistas, anarquistas y burgueses progresistas lucharon a menudo del lado de la República. Conservadores, nacionalistas, devotos católicos, monárquicos y el partido fascista Falange se unieron al golpe militar. Así, un conflicto de intereses entre la dirección política civil y los militares se convirtió en una "guerra fratricida" en la cual las ideas de una España progresista, igualitaria, secularizada y autonomista chocaron con la concepción de la "España eterna" de fe católica, unidad territorial y hegemonía de la monarquía, la iglesia y el ejército.

La Guerra Civil española se convirtió en el campo de batalla de las ideologías de una Europa de extremos. Los golpistas contaron desde el principio con el apoyo de la Italia fascista y la Alemania nazi. Los aviones alemanes JU 52, por ejemplo, ayudaron a transportar tropas del ejército africano dirigido por los golpistas desde Marruecos a través del Estrecho de Gibraltar. Escuadrones de la Legion Condor alemana y de la Aviazione Legionaria italiana bombardearon Gernika, la ciudad santa del País Vasco, y la destruyeron casi por completo. La República Española, por su parte, recibió ayuda de la Unión Soviética, y pagó armas, municiones y tanques T-26 con el oro del Banco de España. La Internacional Comunista movilizó a unos 50.000 combatientes convencidos de toda Europa para las Brigadas Internacionales. Las democracias liberales de Occidente (Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos), por su parte, optaron por una política de no intervención y contribuyeron así indirectamente a la victoria de los militares nacionalistas del general Franco. Después de tres años, que produjeron unos 300.000 muertos y 500.000 refugiados políticos, la guerra terminó el 1 de abril de 1939.

Military Coup and the Emergence of the Estado Novo (1926-1933)

After sixteen years, the first attempt in Portugal to lead the country along a democratic path failed. The instability of the First Republic (1910-1926) soon led to disastrous cries for a "hard-line government" and gave Portugal the longest period of right-wing authoritarian rule (1926-1974) in modern Europe.

From the conservative north of Portugal, the military under General Gomes da Costa overwhelmed the last resistance of the First Republic within a few days on 28 May 1926 in the "National Revolution". The first attempt at democratisation in Portugal had been ill-fated: In total, the Republic wore out more than 40 governments, suffered shipwreck in the First World War, was shaken by numerous coup attempts and was also otherwise unable to integrate the conflicting parties into the Republican system. Ideologically, the generals were only connected to the military dictatorship – that was installed in the aftermath of the coup - through their anti-republican stance. As a result, a power struggle broke out between the military over the future of Portugal, in which António Óscar de Fragoso Carmona was finally able to assert himself as president in 1928.

A profound problem of the new regime had been the chaotic state finances. The militaries were not able to cope with the issue at hand because of their lack of economic expertise. A hitherto unknown economics professor, who was appointed head of the finance ministry in 1928, provided a remedy. António de Oliveira Salazar succeeded in reorganising the state budget in his first year in office. This success opened the way to power for the up-and-comer from the Portuguese province. As a protégé of President Óscar Carmona, Salazar survived his first power struggles, which were chosen with caution. Salazar's appointment as prime minister on 5 July 1932 marked the decisive step towards the Estado Novo, the "New State", which was consolidated by the constitution adopted the following year. The ideological orientation of the newly created Catholic-influenced corporative state was primarily based on the convictions of the all-powerful prime minister, who could de facto overrule the president and the legislature.

The first test of the young dictatorship was the Civil War (1936–1939) in neighbouring Spain, since the reinforcement of the nationalist troops under Francisco Franco had also been vital for the survival of the Estado Novo. Salazar, who was rather reserved in his foreign policy ambitions, therefore had no choice but to support the Francoist side by sending a volunteer corps to Spain – the Legion Viriato. Similarly, Salazar allowed for temporary mass mobilisation through the creation of paramilitary units such as the Portuguese Legion and the Portuguese Youth. By adopting the Saluto romano, these mass organisations showed striking similarities to the fascist regimes of the interwar period. This is why it is possible to speak of a “fascisation” of the Estado Novo during this period.

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