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Transición en España y pacto de silencio (1975–1982)

Una dictadura que se autodisuelve. La Transición democrática en España pareció un pequeño milagro a muchos contemporáneos. La interacción de las fuerzas reformistas del régimen y de la oposición democrática hizo posible la transición. Este proceso no fue en absoluto sólo pacífico.

El 20 de noviembre de 1975, el presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, anunció entre lágrimas la muerte de Franco a la audiencia televisiva española. Dos días más tarde, el pretendiente al trono Juan Carlos, nieto de Alfonso XIII, a quien Franco ya había elegido personalmente como sucesor en 1969, fue proclamado rey. En contra de todas las expectativas, el joven monarca se esforzó por una rápida democratización del país. En agudo contraste con el regimiento de los victores de Franco, confesó en su discurso de investidura: "La institución que personifico une a todos los españoles." Inicialmente, la medida práctica más importante fue el nombramiento del reformista Secretario General del Movimiento Nacional, Adolfo Suárez, como presidente de gobierno. En consulta con el presidente del parlamento, Torcuato Fernández-Miranda, y otras fuerzas reformistas, se redactó entonces una ley de reforma política para permitir el establecimiento de una democracia pluralista. En noviembre de 1976, la ley fue aprobada por el Parlamento franquista, y un mes más tarde recibió una abrumadora aprobación de 97,4% en referéndum.

Tras la sucesiva legalización de los partidos políticos – incluso el Partido Comunista de España (PCE) – a principios del año siguiente, las primeras elecciones libres en 40 años, celebradas en junio de 1977, confirmaron a Adolfo Suárez en el cargo de presidente del gobierno, ahora al frente de la Unión del Centro Democrático (UCD) liberal-conservadora. Inmediatamente, el proceso de reforma se aceleró. En octubre de 1977, una amnistía general liberó a todos los presos políticos del régimen franquista. Al mismo tiempo, protegía a los funcionarios del régimen de cualquier persecución penal: un pacto de silencio y olvido. El 6 de diciembre de 1978 entró en vigor una nueva constitución, redactada con la colaboración de los partidos con representación parlamentaria y basada en gran parte en la Ley Fundamental alemana. En Cataluña y el País Vasco, los estatutos de autonomía se aprobaron por referéndum en 1979. Al mismo tiempo, los años 1979–1981 fueron marcados por las crisis. Los problemas económicos de España, latentes desde la crisis del petróleo, provocaron un elevado desempleo. Simultáneamente, el País Vasco fue sacudido por los atentados de la banda terrorista ETA.

Fundada en 1959, la organización socialista y separatista se radicalizó a finales de los años sesenta. En la lucha contra el estado franquista autoritario y por la libertad del País Vasco, se perpetraron atentados contra las fuerzas del orden y los "colaboracionistas." Esta práctica continuó tras la muerte de Franco y alcanzó su sangriento clímax en 1980 con un total de 93 muertos. El 23 de febrero de 1981, Suárez dimitió del cargo de presidente del gobierno. Durante la elección de su sucesor, Leopoldo Calvo-Sotelo, se produjo un incidente en el Parlamento. El teniente coronel Antonio Tejero y 300 soldados de la Guardia Civil ocuparon el edificio del Congreso y tomaron como rehenes a los diputados. Al mismo tiempo, se desplegaron tanques en Valencia. El golpe militar fracasó debido a la indecisión de los generales y a un discurso televisado de Juan Carlos en el que el monarca retiraba su confianza a los militares. Con el golpe fallido y la toma del poder por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que salió victorioso de las elecciones de 1982, se daba por concluida la transición democrática.

Failure of the Reforms and Carnation Revolution (1968-1982)

On the night of 25th April 1974, young officers dealt the death blow to the anachronistic regime in Portugal via the Carnation Revolution. Liberated from dictatorship, a euphoric Portuguese population set out on the complex road to democracy.

The agony of the dictatorship could not be averted even by a change in the prime minister’s office. Salazar had become incapable of governing in 1968 due to his precarious health condition. In 1970, the aged dictator died – in the meantime mentally deranged. He was replaced by the technocrat Marcello Caetano, who initially demonstrated a desire for reform in the “Marcellist Spring”, but soon failed because of the regime’s recalcitrant old guard. The old guard wanted to fight the Colonial War, which at times consumed half of the state budget, with all its might and to the bitter end. Finally, on 25th April 1974, a group of 400 officers, the Armed Forces Movement (MFA), revolted against the regime. It collapsed like a house of cards without really being able to put up a fight.

The unexpected collapse of the dictatorship in Portugal was followed by an even more turbulent phase of transition to democracy between 1974 and 1976. This phase of transition was characterised by a decisive break with the dictatorial regime. The most important institutions of the Estado Novo – the political police, the single party, the corporative chamber, the censorship authorities, and the mass organisations – were quickly dissolved and initially replaced by the provisional Junta of National Salvation. Both Prime Minister Marcello Caetano and President Américo Tomás were forced into Brazilian exile. The public sphere was freed from the traces of the former dictatorship and the civil service was subjected to lustration processes (saneamentos). The political police were put on trial in lengthy proceedings. The decolonisation of the former Portuguese colonies in Africa was formally completed by 1975.

The handling of the revolution by the MFA in alliance with the already established parties such as the traditional Portuguese Communist Party (PCP) and newly emerging parties such as the Socialist Party (PS) and the People’s Democratic Party (PPD) turned out to be anything but unproblematic. Likewise, the successive weakening of the conservative forces within the military led by António de Spínola contributed to the escalation, as they attempted a coup on 11th March 1975. The left wing of the MFA, now on the alert, became increasingly radicalised, created a revolutionary council, carried out “savage purges” of the state apparatus, allowed land occupations and nationalised banks and companies. The phase of the “hot summer” was only mitigated by the electoral victory of the moderate forces – the PS and PPD – in the first free elections in Portugal on 25th April 1975. Even a final coup attempt on 25th November 1975 by radical left-wing elements in the military was not able to block the path to a liberal democracy. The transition in Portugal is generally considered to have been completed only with the dissolution of the Revolutionary Council in 1982 and the associated withdrawal of the military forces from politics.