Film has become the “leading medium of memory culture” (Erll, Wodianka). This is achieved by film and, more recently, series, due to their considerable suggestive power, with which they appeal to a wide audience. In Portugal, the impact of this trend can also be observed.
Before the feature film or the series could gain hegemony over the cinematic representation of coming to terms with the past in Portugal, numerous documentaries about the Carnation Revolution had already been filmed. Among others, Thomas Harlan, the eldest son of “Jud Süß” director Veit Harlan, used this international film setting to shoot Torre Bela (1977), a documentary about the foundation and fall of a revolutionary cooperative during the so-called “hot summer” of the Carnation Revolution in 1975. At the turn of the millennium, the Carnation Revolution became the subject of major national film projects, such as the almost three-hour-long documentary A Hora da Liberdade (1999), which was broadcast on the Portuguese private channel SIC. Only a year later, Maria de Medeiros, known from Tarantino’s Pulp Fiction (1994), took over the direction and screenplay for the feature film Capitães de Abril (2000). This constituted the first multinational film project that would also bring the events of April 1974 to international cinema screens.
The aforementioned suggestive power of film also ensured that literary material was reactivated in the cinema to reach a wider audience in Portugal. Most of these literary works were already treated as classics by the Portuguese public and literary critics, and had thus already been subjected to a rigorous selection process. Well-known examples are the eponymous film adaptations of José Cardoso Pires’ Balada da Praia dos Cães (1987), Lídia Jorge’s A Costa dos Murmúrios (2004), Peter Bieri’s Night Train to Lisbon (2013) and Saramago’s O Ano da Morte de Ricardo Reis (2020). Of course, directors and screenwriters did not always stick slavishly to their literary models. Instead, they reinterpreted the literary originals and evoked new images.
Somewhat belatedly, and as something of a novelty, the series has now established itself in Portugal as an effective means of coming to terms with the problematic aspects of the country’s past. Both the state broadcaster RTP and popular platforms like Netflix are reaching a national or even an international public, causing them to reflect on the Estado Novo, the Portuguese Colonial War and the Carnation Revolution. The plot of the Netflix series Glória (2021) is set in the key year 1968, in which Salazar had become incapable of governing due to an accident. The main character João Vidal, son of a high-ranking political functionary of the “New State” and traumatised by his participation in the Colonial War, turns his back on the regime and joins the communist opposition. The series vividly depicts the torture and violence carried out by the PIDE. Scenes from the Portuguese Colonial War are reminiscent of classic anti-war films – a compilation of the senseless death and mutilation of a young generation.
Trailer of the Docufiction A Hora da Liberdade (1999) (Portuguese)
Trailer of the Novel Adaption Balada da Praia dos Cães (1987) (Portuguese)
Trailer of the Novel Adaption A Costa dos Murmúrios (2004) (Portuguese)
Trailer of the Novel Adaption Nachtzug nach Lissabon (2013) (German)
Criticism by Journalist Soares Novais about the Trivialisation of PIDE Leader Fernando da Silva Pais in the RTP Series Cuba Libre (2022) (Portuguese)
Durante la transición, los documentales y el cine de autor mostraron visiones subjetivas de la guerra civil y sus consecuencias. En los años 2000, en cambio, dominó una condena moralmente inequívoca de la dictadura, cuestionada actualmente por el cine negro y el thriller de ETA.
Inmediatamente después de la muerte de Franco en 1975, el cine español estuvo marcado por un profundo sentimiento de incertidumbre. Documentales y películas de autor intentaron acercarse con cautela a la época que se desvanecía, centrándose en el tema tabú de la guerra civil. En documentales como Caudillo (1977), La vieja memoria (1977) y ¿Por qué perdimos la guerra? (1978), sólo los testigos del conflicto bélico presentan sus interpretaciones de lo sucedido, no hay voz de narrador alguno. Cineastas de autor como Carlos Saura y Víctor Erice adoptaron una visión igualmente subjetiva de las traumáticas consecuencias de la guerra civil en las relaciones interpersonales. Mientras que Saura, en sus películas Ana y los lobos (1972), La prima Angélica (1973), Cría cuervos (1976) y Mamá cumple cien años (1979), aborda de forma acusadora el hipócrita mundo familiar de la dictadura franquista, Erice, en filmes como El espíritu de la colmena (1973) y El sur (1983), observa a la generación adulta traumatizada por la guerra civil desde la perspectiva infantil y adolescente.
En los años ochenta, los gobiernos del PSOE de Felipe González promovieron el "cine de calidad", socialmente crítico, basado sobre todo en obras literarias y ambientado en los años de hambruna de la posguerra civil, como La colmena (1982), La plaça del diamant (1982), Réquiem por un campesino español (1985) y Los santos inocentes (1986). Además, el problemático pasado de España sirvió de material para comedias como la exitosa farsa sobre la guerra civil La vaquilla (1985), del veterano Luis García Berlanga, y la primera sátira de Franco Espérame en el cielo (1988). En la década de 1990, el tema de la dictadura franquista desapareció de las pantallas de cine. En su lugar, la Segunda República se celebró como una breve época de libertades ilimitadas que llegó a un abrupto final con la guerra civil, así en la adaptación teatral ¡Ay Carmela! (1990), la oscarizada comedia Belle époque (1993) y el drama bélico feminista Libertarias (1996). En televisión, el documental de TVE La Transición (1995), de trece capítulos, presenta la transición democrática desde una perspectiva positiva.
Los exitosos cuentos de terror del mexicano Guillermo del Toro El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006), ambientados en la guerra civil y la posguerra, dejaron una huella imborrable en el cine español. Por un lado, la falta de ambigüedad moral de ambas películas, que situaban a la dictadura franquista en las proximidades del nacionalsocialismo alemán, se convirtió en obligatoria. Por otro, abrieron la temática franquista a géneros inusuales como el terror o el fantástico. En la década de 2010, los largometrajes hagiográficos para televisión presentaron una buena imagen de los principales responsables de la transición: el rey Juan Carlos y el presidente del gobierno Adolfo Suárez. En cambio, dominaron en el cine las narraciones épicas sobre la guerra civil y la dictadura, como Mientras dure la guerra y La trinchera infinita (ambas de 2019), y las películas policíacas de cine negro moralmente difuso, como La isla mínima (2014) e Incerta glòria (2016). Los servicios de streaming españoles se dedican cada vez más al tema de ETA con miniseries, como La línea invisible y Patria (ambas de 2020).